Junho/2000
Boletim nº 78
Aqui me pongo a escribir como quien tiene solitária, que el hombre que lo desvela un hambre extraordinária, como decía mi abuela, con la busarda llena se consuela.
Vengan chorizos, pollos y costillas, vengan todos en mi ayuda que el píloro se me añuda y se me turba la vista, la picanha que no resista, que no se salva ni cruda.
Con ese espíritu fueron llegando al baile los puebleros. Hasta la hacienda baguala cayó al jagüel con la seca, más que por la seca, fueron llamados por la buena compañía y la carne en abundancia, todo de la mejor calidad. Nada de carne de cogote ni de bichoco.
Varios aparceros nuevos vinieron allegándose, Pilar, Fernando, Taina, Conrado y Graça, al principio medio despacito, como que no confiando ni en la renguera del perro ni en lágrimas de mujer. En seguida descubrieron que aqui podían parar, no vieron perro flaco y había palenque adonde ir a rascarse, ¡claro! que si ya se habian hecho amigos del juez. ¡Bienvenidos!
Cuando se escuchó el grito anunciando chorizos prontos, largó el malón. El entrevero se formó abajo de la ramada. Los paisanos, pensando que se los podian fumar, mostraron la hilacha y se fueron al humo. Unos más vivos, se manearon al lado del fogón con la disculpa de que vaca que cambia de querencia se atrasa en la parición.
A Fernando, que cumplió con perfección su condición de dueño de la pulpería, controlado de cerca por la incansable Teresa, tenemos que agradecerle una vez más haber ofrecido su nuevo quinchado para la reunión. La paisanada disfrutó de la decoración gauchesca de muy buen gusto, que hasta se completaba con un par de fletes que acompañaban de lejos formando el escenario.
Carlitos Torres, lleno de camándulas en su doble papel de asador y humorista, apoyado y marcado por sus acólitos, José Pedro y Alberto preparó un asado de mi flor. Ni las agudezas que los parroquianos hacieron sobre su rimbombante protuberancia abdominal, lo consiguieron hacer encocorar. El artista mostró destreza de malabarista abarajando las costillas. Al lado nomás, las chinas dirigidas por Adriana arreglaron las ensaladas y los postres ¡barbaridá! como sudaron la pollera!
Nuestro ínclito presidente, Esteban, por obra y gracia del cuzco del lugar, tuvo su autoridad desrespetada y su orgullo humillado – o mejor, miyado. Eso si que es ser chapetón, bueno, al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen. Después quedó retobado como si lo hubiesen pinchado con un par de lloronas. No le faltaron ganas de perseguir al cimarrón y largarle un bolazo con su tres marías. Hablando de pantalones, ¿vieron los de Moisés? después que no se queje si ponen en duda su masculinidad. Paulina, “abre o olho, Paulina!”
Y las horas se fueron deslizando. Hasta se armó un bailongo y el gauchaje mostró sus habilidades sin boliarse. Disfrutamos la – saludable y para la felicidad de todos – competición de chimichurry entre Marion y Félix. Quico, implacable recolectando sus patacones. Beatriz, abajo de su saquito calamaco, soltaba su casi inaudible carcajada. A Mirtha le adaptaron un “Mano a Mano”, y se fue creyéndose que hoy es toda una bacana y pensando como gastar los morlacos de su otário. Jorge gentilmente quiso discursar pero, pobrecito, no lo dejaron soltar su tradicional verbosidad amenazándolo con una cepiada o hasta una estaquiada. Hay testigos que vieron a Ricardo, aquel filibustero Barba Blanca, afanándole la leña al anfitrión y que, el muy chorro, arisco, alzó el poncho. A ese matrero ¡no lo inviten más!
Lléndose el solcito, empezaron todos a rumbiar de vuelta para las tolderías, de buche bien lleno, pués como ya decía mi viejo profesor de ballet: “el que vive de la caza a cualquier bicho se atreve, que pluma o cáscara lleve, pues cuando el hambre se siente, el hombre le clava el diente a todo lo que se mueve”. Ahora pienso, ¿será que por creer en esta máxima, varias de las muchachas presentes andaban tan contoneantes y esperanzosas?
“Mas naides se crea ofendido, pues a ninguno incomodo; y si canto de este modo por encontrarlo oportuno, no es para mal de ninguno, sino para bien de todos.”
NR : cualquier semejanza de algunos pasajes con textos ya existentes, sería más que raro que fuese coincidencia.
Por Ricardo Aguirre
Para URUGUAY EN RÍO