Dezembro/2003
Boletim nº 115
La danza es probablemente la más importante expresión que tiene el tango.
Este extraño “caminar adornado”, paso a paso, sintiendo cada uno el cuerpo del otro durante su ejecución, posee una increíble belleza visual, enriquecida por las muestras de destreza que la pareja rezliza en pos de lucirse y seducir.
Tanto cuanto es bailado por profesionales, con coreografía ensayada como cuando lo es por improvisados bailarines, es importante la buena comunicación (no hablada) de la pareja, incluso creando sus propios códigos.
Desde el abrazo inicial, el hombre resguarda a la mujer, la guía, la sostiene. Ella lo acompaña respondiendo con gracia en este aparente juego de seducción, durante los cuales los cuerpos se mantienen unidos, como una instantánea de la escena.
De 1890 a 1920, aparecen las figuras como el ocho y la medialuna. Los movimientos se hacen más precisos, más elaborados. Bailado en las “orillas” de la ciudad, recibe el nombre de Tango Orillero o Canyengue. Atentos a lo que dibujan sus pies, los bailarines se separan más y se baila cabeza con cabeza.
De 1920 a 1940, el tango comienza a ganar adeptos entre las distintas clases sociales, llegando al salón. Tomando de éste, su nuevo espacio, la denominación Tango de Salón, se vuelve más refinado, más estilizada y elegante la posición de los cuerpos en la danza. Se comienza a bailar con más garbo, con el torso recto y con la cabeza más erguida.
A partir de 1940, sería definitivamente adoptado por todas las clases sociales, aumentando gran cantidad de coreografías. En los años 40 se da el florecimiento del tango en todos los aspectos, compositores y letristas de gran nivel, se hacen populares las grandes orquestas, la gente se vuelca masivamente a los clubes y salones donde se baila.
Del arrabal que lo vio nacer y de la mano de la danza como motor principal, el tango viajó a la ciudad y luego a Europa y al resto del mundo. Fascinó en París, Japón lo adoptó luego que el barón Megata lo conoció y lo aprendió a bailar con gran estilo y terminó llevándolo a su país en 1926. Cautivado por el 2×4, el barón abrió una academia donde enseñó a bailar nuestra música a la aristocracia japonesa, sin costo alguno, por el placer de hacerlo. Este hecho anecdótico fue registrado incluso en la letra de un tango llamado “A lo Megata”.
Hoy el tango se pasea por las principales ciudades del orbe, exhibiendo orgulloso su pasaporte rioplatense.
“Así Se Baila El Tango”
1943 (Tango de Marvil y Elías Rubinstein)
Qué saben los pitucos, lamidos y sushetas!
¡Qué saben lo que es tango, qué saben de compás!
Aquí está la elegancia. ¡Qué pinta! ¡Qué silueta!
¡Qué porte! ¡Qué elegancia! ¡Qué clase pa’ bailar!
Así se baila el tango, mientras dibujo el ocho,
Para estas filigranas yo soy como el pintor.
Ahora una corrida, una vuelta, una sentada
…
¡Así se baila el tango, un tango de mi flor!
Por M. Kon Hache
Para URUGUAY EN RÍO