Outubro/2001
Boletim nº 91

Candombe es una fiesta popular de origen bantú de los negros del Río de la Plata; es una danza fiesta con cantos y música.

También ha sido definido por varios autores que se ocuparon del tema como Vicente Rossi que dice que el vocablo “candombe”es una adaptación onomatopéyica que el negro ha tomado de libros de sílabas y sus estribillos, y que él cantaba evocando los ritmos del terruño nativo. En Bahía se llama “candomblé” y en otros estados de Brasil “quimbeté”, “caxambú” y “yongo” y “maracatú”en Pernambuco.

Si la danza nativa africana tuvo nombre en su cuna, fue olvidado por el negro al olvidar su propio idioma. En cada región de América donde la bailó al compás de sus instrumentos, iguales a los de la tribu, la bautizó por onomatopeya, sugerida ya por sus cantos, ya por sus toques. Para Néstor Ortiz Oderigo, otro estudioso del asunto, Candombe es una palabra derivada del idioma kimbundu, rama de las lenguas bantúes que se hablan en el Congo, en Angola y en distintas zonas de África del Sur. En el Río de la Plata esta voz aparece por primera vez durante la tercera década del siglo XIX. Según él, no constituye una onomatopeya y sí quiere decir “perteneciente a los negros”. El vocablo brinda denominación al ritual afro-rioplatense. Ampara cuatro entidades distintas: las “municipalidades”que regían la vida de los negros durante la colonia; la ceremonia que se llevaba a cabo; la especie musical que se ejecutaba en dichos ritos y el tambor de ascendencia bantú que señalaba el pulso ritual.

Desde el punto de vista histórico los autores están de acuerdo que el Candombe hace referencia a la fiesta ceremoniosa que celebraban los negros en el Montevideo colonial y poscolonial. Se trata de una escena de la coronación de los reyes congos, seguida de una danza general. Desde el punto de vista del género popular uruguayo, el Candombe es una pieza u obra musical cuya melodía se acompaña rítmicamente por los tamboriles.

El Candombe tenía gran similitud coreográfica con la contradanza, y desde el punto de vista religioso presentaba un leve sincretismo entre las divinidades o fuerzas espirituales bantúes con el santoral católico, a través de las imágenes de San Benito y San Baltasar, los santos negros. Las danzas se realizaban todos los domingos por la tarde en el llamado Paseo del Recinto( inmediaciones del cubo del Sur), espacio libre entre las murallas y el mar, que la población solía utilizar con fines festivos, congregándose por “naciones”, con relación a sus afinidades lingüísticas o lugares de origen. Al compás de rudimentares tambores y otros instrumentos fabricados con tacuaras, marimbas y huesos de animales, se entregaban a las danzas recordadas del África natal. Se bailaban en fechas señaladas, especialmente los 6 de enero, la fiesta de los Reyes Magos. Ese día, luego de una misa solemne en la iglesia Matriz, a la que asistían los “reyes negros”y todo su séquito, se hacía una visita a las autoridades y más tarde se marchaba en procesión musical que terminaba con un suculento banquete y el Candombe era bailado hasta la puesta del sol.

Después de un período de auge el Candombe sufrió una etapa de declinio y desaparición con la gradual desfiguración de la fiesta, que perdió sus caracteres más típicos. Se oscureció su significación ritual y permaneció como una ceremonia vacía, un simple remedo del pasado.

Los autores señalan que esta etapa culminó con la integración del candombe en los conjuntos de carnaval.

Desde 1850 en adelante empezó a mermar el número de esclavos africanos; el material humano para las danzas y ceremonias fue contando cada vez con menos integrantes hasta que en 1890 prácticamente desapareció. Hubo otro factor preponderante para la extinción del Candombe, la indiferencia y el desprecio que las nuevas generaciones de negros sintieron por las costumbres de los antepasados. Los jóvenes nacidos libertos, para superar la triste condición de sus mayores, optaban por rechazar las prácticas de la raza e imitar las costumbres y bailes de los blancos.

Resurgimiento – Las Llamadas

Desde la desaparición de los Candombes de Reyes a fines del siglo XIX hasta la actualidad ha transcurrido más de un siglo. Nos preguntamos qué ha quedado de aquellas fiestas practicadas por los antiguos africanos y sus descendientes directos. Los bailes tradicionales como vimos se sumergieron dentro del carnaval, sin embargo los autores señalan que en las actuales comparsas de negros lubolos se han mantenido hasta el presente tres elementos característicos de los viejos candombes: 1) personajes rituales como la Mama Vieja, el Gramillero y el Escobero; 2) un paso de baile que pertenecía al Candombe y 3) un instrumento característico; el tamboril.

La Llamada se da en forma espontánea cuando uno o varios tamborileros salen a tocar el tambor a la calle, para de esa manera llamar a los suyos e invitarlos a que se sumen a la marcha. La ceremonia comienza con una fogata provocada con papeles de diario a la que se arriman los tamborileros para templar las lonjas. El tipismo se completa con la botella de vino o cerveza que se comparte, forma de “templarse” también los participantes. Comenzada la marcha, el grupo se detiene cada tanto para volver a templar las lonjas y tomar nuevos tragos. El público también interviene.

Este hecho, conocido como Llamadas espontáneas debe ser considerado uno de nuestros rasgos folclóricos más puros, pues cumple con todas las condiciones requeridas para ello: anónimo, tradicional, funcional, colectivo, popular, irracional, vulgar y espontáneo.

Para comprender esta costumbre tradicional debemos retrotraernos al Montevideo colonial. Los esclavos que trabajaban en las casas de familia, en las ocasiones que podían congregarse, buscaban hacerlo por comunidades o “naciones”: congos, magíes, minas, mozambiques, etc. Para encontrarse, los integrantes de cada “nación”se guiaban por los toques del tambor, ya que cada grupo tenía el suyo característico. El sentido de pertenencia a un grupo se proyectó al conventillo o al barrio que lo representaba, como punto de encuentro y de reunión.

Los tamboriles que integran una Llamada presentan diferencias en su forma y en su sonido. El “bombo”, hoy casi inexistente, es el de mayor tamaño y reproduce la voz del bajo; el “piano”, algo menor que el anterior, se asemeja a la voz del barítono; el “repique”se asemeja a la contralto y el “chico”, el de menor tamaño hace las veces de tenor. Estes cuatro tipos de tamboriles constituyen la “batería” de la comparsa.

Como ya dijimos estas Llamadas surgen natural y espontáneamente en determinadas ocasiones. Tal vez la más característica, la más sentida, la que surgió del alma dolorida antes que de la necesidad del ritmo, fue la de los vecinos del barrio Ansina, la mañana cuando fueron despertados por los golpes sordos de las topadoras contra las centenarias paredes de sus viviendas, dando comienzo a su desalojo masivo, lo mismo que aconteció el día que comenzaron a derruir el conventillo Medio Mundo, el otro “templo del tambor”, como se los llamaba. Los vecinos, espontáneamente , para ahogar su frustración y su rabia, salieron a la calle con sus tamboriles y comenzaron a golpear la lonja con toda la fuerza de su desesperación. Dicha mañana los tamboriles sonaron como nunca, era un ritmo casi fúnebre acentuado por la opresión de la angustia.

Bibliografía: “Los Candombes de Reyes” de Tomás Chirimini y Juan A. Varese- Ed. El Galeón
Imagem: Candombe – Pedro Figari (1921)

Recolhido por : M. Kon Hache
Para URUGUAY EN RÍO