“Diario Correo” – 11/10/ 2003

Este sábado, a los 87 años, dejó de existir el creador del ya legendario “Mejillón Bar” y de una de las comidas más tradicionales del país, el chivito.

 

Antonio Carbonaro, el inventor del “Chivito”

Natural de Montevideo llegó a Punta del Este en 1943 y ya forma parte de la mejor historia del balneario. Diputado, edil, concejal, martillero público, gastrónomo y funcionario municipal, Carbonaro había nacido el 13 de junio de 1916 en la calle de Isla de Flores de su querida Montevideo y un día del año 1943 llegó a Punta del Este buscando mejor fortuna. Antes, su hermano Donato había trabajado en la construcción del hotel San Rafael y luego desempeñado funciones en el casino del complejo.

“Lo primero que me llamó la atención fue que en Punta del Este no había un bar que estuviera abierto día y noche. Ahí me hice de la fuerza necesaria y junté la plata para alquilar el local ubicado en la calle 31 y la rambla de la playa Mansa”, describió Carbonaro años atrás a quien escribe esta nota. Así nació el “Mejillón”, uno de los bares más conocidos de la historia de Punta del Este y que él regenteó junto a su hermano Donato.

Enrique Santos Discépolo y su esposa Tania, el cantante español Miguel de Molina, su compatriota Lola Flores, la actriz argentina Sofía Bozán y varios presidentes de la República pasaron por el “Mejillón”, bar que reinó en Punta del Este entre los años cuarenta y principios de los sesenta.

El día del apagón

Sin embargo, el clásico “Mejillón” no es la única creación que reservó a Carbonario un lugar en la historia del balneario. Su contribución más importante fue el famoso chivito, delicia gastronómica que hoy se degusta en todo el país e identifica a los uruguayos.

“Fue una noche medio complicada. Creo que habíamos sufrido un apagón y esto nos había causado algunos problemas. En ese momento cayó una clienta, creo que del norte argentino o chilena y quería algo para comer. Nos pidió carne de chivito porque antes de llegar a Punta del Este había pasado por Córdoba donde había probado este tipo de carne y le había gustado mucho. Quizás imaginó que aquí, al igual que en su país, debía de haber carne de chivo. Como no teníamos, le preparamos un pan tostado con manteca, le agregamos una feta de jamón y un churrasquito jugoso. La mujer quedó encantada. Por suerte salimos del apuro y sin querer inventamos el chivito”, contó Carbonaro con la sencillez que lo caracterizaba..

El impacto del nuevo plato fue de tal magnitud que “El Mejillón” llegó a vender mil chivitos por día. “Dos carnicerías de Punta del Este vivían de los chivitos de El Mejillón”, recordaba Carbonaro. En muchas oportunidades le pregunta- ron por qué no había registrado la marca, “para qué”, respondía con una sonrisa.


Colaboração de Cristina Piedrafita