Outubro/2003
Boletim nº 103
La murga es la manifestación artística más íntimamente ligada al corazón de los uruguayos.
La protesta punzante, la sátira, la jocosidad y la ironía son los pilares en los que se sustenta la murga. Desde su nacimiento se caracterizó por su crítica sin mordazas, por sus acertadas caricaturas de la sociedad y de los personajes del quehacer político.
Incluso en períodos dictatoriales que vivió nuestro país, las murgas se ingeniaron para deslizar entre líneas, desafiando a la censura, su mensaje de fe y de esperanza, interpretando el sentir de nuestra gente, que memorizan sus estrofas y las entonan a pleno pulmón en cuanta ocasión se presenta.
Cada barrio tiene su murga, la cual ensaya en un club o en las puertas de un bar de la zona. Allí confluyen en las noches veraniegas, las familias enteras, munidas de los compañeros inseparables: el termo y el mate.
La expresión murguera tuvo su cuna en España. La pionera en suelo oriental se conoció en 1908. Su título era “Gaditana que se va” e integraba el repertorio ofrecido por la Compañía de Zarzuelas en la sala del Parque Hotel y la respuesta del público era una cerrada ovasión cada noche.
En 1909 un grupo de máscaras sueltas decidió parodiar a esa murga: la gracia desbordante de esos “locos lindos”despertó la simpatía de los montevideanos e inmediatamente los convirtió en uno de sus favoritos.En el desfile de Carnaval realizado en la zona del Parque Urbano (hoy Rodó) obtuvieron un premio de $ 10.00.
Otros premios obtenidos en ese año fueron el de la originalidad en el escenario ubicado en Nueva York y Magallanes, 1 libra por su música en el tablado erigido en Defensa y Carapé y un segundo premio al canto en el escenario Libertad, en Justicia e Independencia.
De esta forma nació un bastión de nuestras carnestolendas. El ejemplo de “Gaditana que se va”fue seguido por muchos otros que adoptaron títulos plenos de gracia e ingenio como “Don Bochinche y Compañía”, “Tirame la punta del naso”, “Domadores de suegras”, “Los peludos terribles”, “Asaltantes con patente”, por citar algunos.
Aquellas pioneras estaban formadas por seis o siete integrantes que se movían frenéticamente, disfrazados y con sus rostros embadurnados, entonaban melodías que causaban furor en dicha época, sustituyendo sus letras originales por otras de tono picaresco, utilizando como acompañamiento instrumentos de viento, fabricados con cartón.
La murga fue evolucionando y fue reconocida como una nueva categoría en 1917. El número de componentes fue creciendo, hoy ronda la veintena, y fueron sustituídos aquellos instrumentos primitivos, por el bombo, el platillo y el redoblante. Tal innovación fue obra de José Ministeri, célebre por su mote de Pepino, una figura señera de la historia del Carnaval, un mito eternamente ligado a sus legendarios “Patos Cabreros”. Pepino también impuso la vestimenta del director, ataviado con un elegante frac, levita y … ¡ zapatillas!, bailando alegremente al son de la batería, mientras su batuta trazaba piruetas en el aire.
En los años 80 nace una corriente denominada “Canto Popular” que da impulsos renovados a la murga. Al influjo de la moda aparecen títulos de gran arraigo popular como “Reina de la Teja ” y “Falta y Resto” y se revitalizan otros como “Araca la Cana ” y “Los diablos Verdes”, quienes prolongan sus actuaciones a los doce meses del año, trascendiendo las fronteras del Carnaval.
Diario “El País”
Recolhido por M. Kon Hache
Para URUGUAY EN RÍO
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