Julho/2003
Boletim nº 110

Esta historia es verídica y sucedió hace pocos días. Seguramente, es digna de integrar alguna antología de “micos” lingüísticos, por decirlo así. Como no podía dejar de ser, en estos tiempos cibernéticos, la historia se desenvolvió vía e-mail.

Para hacer un breve preámbulo de la misma me parece necesario decir que desde hace ya algunos años y para mantener vivas nuestras tradiciones telúricas heredadas de un antecesor gallego “tomador de mate”, hago encargos periódicos de Yerba Mate (o Caá, o Ilex Paraguariensis, para ser más autóctono) a una fábrica del sur de Brasil, que exporta determinada marca famosa para Uruguay.

Con el pasar del tiempo, la compra del “oro verde”, en esta fábrica, por parte de uruguayos residentes en Río de Janeiro, se ha hecho casi una tradición, aumentando sensiblemente la lista de clientes locales de la yerbatera. Uno de estos compradores es el Agregado Naval ante C.A.M.A.S., Cap. Lombardi y fue en una triangulación entre las partes nombradas hasta aquí (la yerbatera, el Capitán y quien suscribe), que ocurrió esta historia que paso a relatar.

Habiendo recibido un pedido de yerba en mediados de junio, el amigo Lombardi fue sorprendido con la llegada de un nuevo paquete, conteniendo 10 kilos de ella, idéntico al que recibiera 10 días antes. Con la honestidad que caracteriza a los uruguayos, el Capitán entró en contacto con la fábrica, avisando que nada más había pedido ni pago (es importante destacar que el pago es anticipado). La vendedora, que vamos a llamar de “E”, ya había sido contactada por quien no había recibido la yerba, mismo habiendo hecho el pago en el banco, quien para no perjudicar al cliente, ya había enviado nuevamente el pedido a su real destinatario, no habiendo aún identificado dónde había ido a parar la primer remesa.

Con el contacto de Lombardi, una parte estaba resuelta, pues había encontrado la yerba, pero como el costo de correo es casi igual que el de la yerba, devolverla no compensaba y eniendo en cuenta que ya se había hecho el pago de un envío y que Lombardi estaba con yerba suficiente para “pasar el invierno”, la solución dada por él fue tratar de conseguir a alguien que se quedara con ella en Río. Con eso, todos quedarían satisfechos. Es en ese momento, que yo aparezco en la historia.

Contactado por el Capitán, acepté quedarme con la yerba, pues de todas formas, en más o menos un mes, estaría con mi estoque casi en el fin. Lombardi quedó de mandarme un e-mail, con copia para la vendedora “E”, que yo respondería confirmando los datos del pago. La vendedora llegó a llamarlo antes del envío del e-mail y quedó extremadamente agradecida con la solución de un problema, haciendo un montón de elogios por su honestidad y por preocuparse en ayudar consiguiendo un “matéfilo receptor”.

Recibí el e-mail de Lombardi cuyo texto anexo: “ José Luis, le reenvío la comunicación de “E” así ya se pone en contacto. Por mi parte, cuando pueda le arrimo la yerba y charlamos un rato. “E” no tiene nada que agradecer, normalmente los uruguayos somos así. Un abrazo . Alberto Miguel Lombardi”.

Al dia siguiente recibo um nuevo e-mail Del Capitán com el texto a seguir: “ José Luis: le mando esto de “E” para que se ría un “rato” y le pido si le puede explicar qué quiere decir “Charlamos un rato”, ya que Ud. Escribe en portugués. Me temo que si lo intento yo, no terminamos más con los mensajes. Un abrazo. Lombardi”.

Sigue ahora el e-mail de “E”: “Bom dia Sr Alberto! Pelo que pude entender, quando vocês abriram o pacote a erva tinha um rato? Gostaria de saber se o rato estava na embalagem entre os 10 kilos ou se estava dentro do pacote de erva misturado com a mesma. Agradeço sua informação e peço que me mande a resposta o mais breve possível para que eu possa resolver essa pendência!! Temos que descobrir se o rato veio da industria ou se ele entrou aqui no despacho!! Peço perdão pois além da erva ter ido para o local errado ocorreu um desastre desses, não tenho como explicar por enquanto mas, assim que eu tiver a resposta sua entrarei em contato!! Agradeço imensamente a atenção. “E”.

Bien, creo que a esta altura mi e-mail a “E” no tiene mucha importancia, pero queda la reflexión de lo que puede ocasionar un malentendido. Espero haberles proporcionado un “rato” agradable, de la misma forma que yo lo tuve al leer este e-mail con esta situación hilarante.

Por Jose Luis Doldán
Para URUGUAY EN RÍO